Existe una asignatura sobre la dicha en el prestigioso
centro educativo. "La alegría también se aprende, como el golf o el
esquí"
Cada vez parece más claro que la nueva fiebre del oro no
tiene que ver con hacerse millonario ni con encontrar la fuente de la eterna
juventud. El tesoro más codiciado de nuestros tiempos es atesorar felicidad, un
concepto abstracto, subjetivo y difícil de definir, pero que está en boca de
todos. Incluso es materia de estudio en la prestigiosa Universidad de Harvard.
Durante varios años, algunos de los estudiantes de
Psicología de esta universidad americana han sido un poco más felices, no solo
por estudiar en una de las mejores facultades del mundo, sino porque, de hecho,
han aprendido a través de una asignatura. Su profesor, el doctor israelí Tal
Ben-Shahar, es experto en Psicología Positiva, una de las corrientes más
extendidas y aceptadas en todo el mundo y que él mismo define como “la ciencia
de la felicidad”. De hecho, sostiene que la alegría se puede aprender, del
mismo modo que uno se instruye para esquiar o a jugar al golf: con técnica y
práctica.
Aceptar la vida
tal y como es te liberará del miedo al fracaso y de unas expectativas
perfeccionistas
Tal Ben-Shahar,
profesor de Harvard
Con su superventas Being Happy y sus clases magistrales,
los principios extraídos de los estudios de Tal Ben Shahar han dado la vuelta
al mundo bajo el lema de “no tienes que ser perfecto para llevar una vida más
rica y más feliz”. El secreto parece estar en aceptar la vida tal y como es, lo
cual, según sus palabras, “te liberará del miedo al fracaso y de unas
expectativas perfeccionistas”.
Aunque por su clase de Psicología del Liderazgo
(Psychology on Leadership) han pasado más de 1.400 alumnos, aún así cabría
hacerse la siguiente pregunta: ¿Alguna vez se tiene suficiente felicidad?
"Es precisamente la expectativa de ser perfectamente felices lo que nos
hace serlo menos”, explica.
Estos son sus seis consejos principales para sentirse
afortunado y contento:
1. Perdone sus fracasos. Es más: ¡celébrelos! “Al igual
que es inútil quejarse del efecto de la gravedad sobre la Tierra, es imposible
tratar de vivir sin emociones negativas, ya que forman parte de la vida, y son
tan naturales como la alegría, la felicidad y el bienestar. Aceptando las
emociones negativas, conseguiremos abrirnos a disfrutar de la positividad y la
alegría”, añade el experto. Se trata de darnos el derecho a ser humanos y de
perdonarnos la debilidad. Ya en el año 1992, Mauger y sus colaboradores
estudiaron los efectos del perdón, encontrando que los bajos niveles de este
hacia uno mismo se relacionaban con la presencia de trastornos como la
depresión, la ansiedad y la baja autoestima.
2. No dé lo bueno por hecho: agradézcalo. Cosas grandes y
pequeñas. "Esa manía que tenemos de pensar que las cosas vienen dadas y
siempre estarán ahí tiene poco de realista".
3. Haga deporte. Para que funcione no es necesario
machacarse en el gimnasio o correr 10 kilómetros diarios. Basta con practicar
un ejercicio suave como caminar a paso rápido durante 30 minutos al día para
que el cerebro secrete endorfinas, esas sustancias que nos hacen sentir
drogados de felicidad, porque en realidad son unos opiáceos naturales que
produce nuestro propio cerebro, que mitigan el dolor y causan placer, según
detalla el entrenador de easyrunning y experto corredor Luis Javier González.
4. Simplifique, en el ocio y el trabajo. “Identifiquemos
qué es lo verdaderamente importante, y concentrémonos en ello”, propone Tal
Ben-Shahar. Ya se sabe que “quien mucho abarca, poco aprieta”, y por ello lo
mejor es centrarse en algo y no intentarlo todo a la vez. Y no se refiere solo
al trabajo, sino también al área personal y al tiempo de ocio: “Mejor apagar el
teléfono y desconectar del trabajo esas dos o tres horas que se pasa con la
familia”.
5. Aprenda a meditar. Este sencillo hábito combate el
estrés. Miriam Subirana, doctora por la Universidad de Barcelona, escritora y
profesora de meditación y mindfulness, asegura que “a largo plazo, la práctica
continuada de ejercicios de meditación contribuye a afrontar mejor los baches
de la vida, superar las crisis con mayor fortaleza interior y ser más nosotros
mismos bajo cualquier circunstancia”. El profesor de Harvard añade que es
también un momento idóneo para manejar nuestros pensamientos hacia el lado
positivo, aunque no hay consenso en que el optimismo llegue a garantizar el
éxito, sí le aportará un grato momento de paz.
6. Practique una nueva habilidad: la resiliencia. La
felicidad depende de nuestro estado mental, no de la cuenta corriente.
Concretamente, “nuestro nivel de dicha lo determinará aquello en lo que nos
fijemos y en las atribuciones del éxito o el fracaso”. Esto se conoce como
locus de control o 'lugar en el que situamos la responsabilidad de los hechos',
un término descubierto y definido por el psicólogo Julian Rotter a mediados del
siglo XX y muy investigado en torno al carácter de las personas: los pacientes
depresivos atribuyen los fracasos a sí mismos, y el éxito, a situaciones
externas a su persona; mientras que la gente positiva tiende a colgarse las
medallas, y los problemas, “casi mejor que se los quede otro”. Sin embargo, así
perdemos la percepción del fracaso como 'oportunidad', que tiene mucho que ver
con la resiliencia, un concepto que se ha hecho muy popular con la crisis, y
que viene prestado originariamente de la Física y de la Ingeniería, con el que
se describe la capacidad de un material para recobrar su forma original después
de someterse a una presión deformadora. "En las personas, la resiliencia
trata de expresar la capacidad de un individuo para enfrentarse a
circunstancias adversas, condiciones de vida difíciles, o situaciones
potencialmente traumáticas, y recuperarse saliendo fortalecido y con más
recursos”, afirma el médico psiquiatra Roberto Pereira, director de la Escuela
Vasco-Navarra de Terapia Familiar.
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