Los niños pequeños “absorben” la personalidad de sus amigos

¿Cuándo te conviertes en ti? La respuesta más exacta es: nunca. Los estudios sugieren que la personalidad comienza a desarrollarse poco después del nacimiento y se estabiliza alrededor de los 30 años pero en realidad jamás llega a calcificarse, está en continuo cambio hasta que morimos.
Ahora, según una investigación llevada a cabo en la Universidad Estatal de Michigan, la compañía que tenemos cuando somos pequeños también marca nuestra personalidad. Estos psicólogos le dieron seguimiento a niños en edad preescolar a lo largo de todo el año académico. Observaron la personalidad de cada pequeño y con quién elegían jugar.

Se enfocaron fundamentalmente en tres aspectos, considerados básicos para la formación del temperamento y la personalidad:

1. Emotividad positiva, una característica similar a la extraversión.
2. Emotividad negativa, que es un precursor de la ansiedad.
3. Control de esfuerzo, que es el equivalente en la niñez temprana a la fuerza de voluntad.

En el transcurso del experimento, los investigadores encontraron que los niños “absorbieron” algunos de los rasgos de sus compañeros de juego. La buena noticia es que, al parecer, solo la emotividad positiva y el control de esfuerzo eran "contagiosos". La emotividad negativa, por otra parte, no parecía transmitirse de niño a niño.


Los niños no se “pierden” en la calle sino en el hogar

Este estudio es particularmente interesante ya que demuestra que en las primeras etapas de la vida los amigos de los niños tienen más influencia de la que se pensaba. Los niños de apenas 3 o 4 años ya son agentes del cambio en sus coetáneos.

Sin embargo, también señala que esa influencia es más positiva que negativa. Esto nos indica que la idea de que los niños y/o adolescentes se “pierden” en la calle no es del todo cierta, ese proceso comienza realmente en el hogar, con la educación recibida.

Si los padres tratan a los niños con respeto desde que son pequeños y les enseñan que los demás también merecen respeto, si los educan con amor y no castigan la persona sino los comportamientos y si satisfacen sus necesidades emocionales, esos niños serán más seguros de sí, más asertivos y menos propensos a dejarse influenciar por el mal comportamiento de los demás.

Por tanto, aunque es importante que los padres se preocupen por las amistades de sus hijos, también es fundamental que pongan en práctica un estilo de crianza marcado por el cariño y el respeto. Lo cual recuerda la frase de Pitágoras: "Educad a los niños y no será necesario castigar a los hombres".

Los rasgos de un niño de 3 años predicen su personalidad en la juventud

Aunque muchos padres esperan que determinadas características de sus hijos pequeños sean transitorias y mejoren con el paso del tiempo, lo cierto es que es probable que muchos de esos rasgos se mantendrán en la edad adulta. Así lo confirma un estudio realizado por psicólogos de la Universidad de Wisconsin y el King College de Londres.

Estos investigadores les dieron seguimiento durante 23 años a un grupo compuesto por 1.000 niños, a partir de los tres años de edad. Analizaron características de personalidad como la autoconfianza, la impulsividad, la introversión y la tendencia a la distracción. Así descubrieron que al llegar a los 26 años, el 96% de esos niños mantenían los mismos rasgos personológicos.

Por ejemplo, los niños que no habían desarrollado el autocontrol eran catalogados al llegar a la juventud por las personas cercanas como "desagradables, tensos y ansiosos". Al contrario, los niños que se mostraron más confiados y seguros de sí eran calificados como "extrovertidos y controlados". Aquellos que eran tímidos siguieron mostrando esa actitud en la juventud y referían menos emociones positivas.

Este estudio nos demuestra que la formación de la personalidad no se debe dejar al azar y que los padres desempeñan un papel crucial, sobre todo durante los primeros años de vida pues tienen la misión de potenciar las características más positivas y desarrolladoras de los niños, evitando el uso de etiquetas que los encasillen en rasgos que solo servirán para limitarlos en su vida futura.

Cuando nacemos, tenemos un potencial enorme, pero somos muy permeables ante las influencias del medio, para bien o para mal. Una educación realmente desarrolladora no puede perder de vista esta idea.

Este articulo fue realizado gracias a rinconpsicologia.com Si deseas seguir leyendo artículos de tu interés sigue explorando el sitio

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