La paciencia es una virtud a
la que no prestamos mucha atención pero si se aprende y se practica, nos
ayudará el resto de nuestra vida. La paciencia nos hace ver las cosas de manera
diferente, a ser más comprensivos, y a soportar contratiempos y dificultades.
Con paciencia aumenta nuestra capacidad de esperar con calma a que las cosas
sucedan y nos ayuda a perseverar con entusiasmo.
La
paciencia pone de lado nuestro afán por conseguir una gratificación inmediata y
nos ayuda a controlar enfados o frustraciones. Ser
padre es ser paciente o al menos implica aprender a serlo, porque los niños por
naturaleza no lo son, por lo cual tenemos el deber de desarrollar esta virtud
en ellos para que puedan empezar a hacer uso de ella.
Quien tiene paciencia, obtendrá lo que desea. Benjamin
Franklin
En principio debemos
recordar que los niños aprenden por el ejemplo, a manera que tenemos de
reaccionar ante un imprevisto, cambio de plan o la prolongación de una espera,
influye directamente en la manera de reaccionar de tu hijo.
Es importante preparase para
los inconvenientes, tener un plan alternativo, para que así nuestros hijos
aprendan a pensar en alternativas, siempre recordándoles que no todo depende de
uno mismo. Teniendo presente esto y evitando controlarlo todo, tu forma de
reaccionar será un ejemplo a seguir para tus hijos.
Si he hecho descubrimientos invaluables ha sido más
por tener paciencia que cualquier otro talento. Isaac Newton
Muchas veces los niños se
enfadan cuando posponemos nuestras promesas y cuando no cumplimos, nuestros
hijos se vuelven impacientes. Si son demasiado pequeños para medir el tiempo
por horas, intenta explicárselo con un calendario o secuenciando las actividades.
Por ejemplo: “Nos iremos después de comer”, “jugaremos al llegar al parque”,
este tipo de frases ayudarán a los más pequeños a hacerse una mejor idea de las
acciones a seguir y les enseñará a esperar con más calma.
Si cada vez que tu hijo te
llama o te pide algo, sales corriendo a satisfacerle, lo único que haces es
fomentar la gratificación inmediata, el gran enemigo de la paciencia. Es
importante que tu hijo sepa que estás ahí pero habrá veces que tendrá que saber
esperar.
El que sube una escalera debe empezar por el primer
peldaño. Walter Scott
La impaciencia crea
frustraciones sobre todo en los más pequeños, a medida que van aprendiendo a
hacer cosas, se equivocan y cuando les sale mal, se enfadan y se frustran.
Cuando esto ocurre, es importante que hables con tu hijo acerca de sus
expectativas y de cómo se siente al no poder cumplirlas. Si a tu hijo se le ha
caído la torre que lleva 3 horas intentando construir, propón alguna actividad
divertida para hacer juntos, como ir a dar un paseo. También le ayudará mucho
que compartas alguna experiencia personal tuya en la que tuviste que esperar y
tener paciencia para lograr conseguir algo que deseabas.
Y por último, programa
actividades que requieren paciencia como plantar juntos semillas en el jardín o
armar un rompecabezas, los más pequeños aprenderán que hay cosas para las que
merece la pena esperar.
Recuérdales siempre que la
vida es mejor llevarla de manera paciente y serena, no sólo le ayudará a
relacionarse de mejor manera, sino que de seguro podrá disfrutar de una vida
más sana.
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