Muchas veces nos preguntamos
¿qué hago aquí nuevamente? ¿por qué estoy repitiendo la historia? ¿por qué
vuelve a pasarme lo mismo?.. Algunas veces repetimos constantemente el mismo
error, no cerramos ciclos o simplemente volvemos a vivir una y otra vez
historias que creemos ya terminadas ¿qué ocurre?
La vida puede colocarnos una
y otra vez en la misma circunstancia, frente a las mismas personas y en el
mismo escenario, entonces toca comenzar a preguntarnos ¿qué es lo que no hemos
aprendido? ¿qué es aquello que la vida nos presenta que necesitamos aprender y
no hemos logrado percibir?.. o también puede ser de otra manera, ¿qué es
aquello que debemos enseñar y no hemos podido trasmitir, lo cual no nos ha
dejado pasar esa página y cerrar esa etapa de nuestra vida?
“Aprendemos, o por inducción o por demostración. La
demostración parte de lo universal; la inducción de lo particular”. Aristóteles
La vida nos lleva por muchos
caminos y nos coloca en muchos escenarios, de esta manera vamos aprendiendo, a
través de las experiencias, de las vivencias, de los criterios en base a los
cuales tomamos decisiones, sin embargo, existen puntos de nuestra vida que nos
resultan bastante difícil superar y dejar atrás y aún queriendo no logramos
desapegarnos por diversos motivos, lo que nos ocasiona sufrimiento, pues no
podemos encontrar la serenidad enfrentando situaciones que no deseamos.
El caso es que debemos
detenernos a observar qué no hemos percibido de esa situación que enfrentamos,
qué no hemos aprendido, qué no hemos enseñado y debemos tener en cuenta, pues
nada de lo que se nos presenta en la vida, pasa por casualidad, todo ocurre por
causalidad y debemos tomarnos el tiempo pertinente para apreciar lo que la vida
nos muestra y la oportunidad que nos brinda de transmitir alguna enseñanza,
pues no en vano debemos recorrer los caminos en los que la vida nos coloca,
especialmente si son situaciones ya vividas y caminos ya recorridos.
“El hombre nada
puede aprender sino en virtud de lo que sabe”. Aristóteles
Las personas que se cruzan
en nuestro camino, representan oportunidades de crecer, las relaciones que
establecemos durante nuestra existencia, nos enseñan a crecer, a progresar y a
ser mejores personas, desarrollan nuestra paciencia, nuestra esperanza, nos
causan dolor y sufrimiento, pero su paso por nuestra vida no es en vano, si las
volvemos a conseguir en nuestro camino, es menester revisar nuestras emociones
y sentimientos, retomar las situaciones que enfrentamos y aquellos que dejamos,
pues de alguna manera quedan deudas que saldar.
No podemos vivir reprochando
constantemente las consecuencias de nuestras propias decisiones, por el contrario,
tener la entereza, voluntad y fortaleza de enfrentar lo que se cruza en nuestro
camino, nos hace grandes, nos hace fuertes y nos hace madurar y dar paso a la
sabiduría en nuestra vida.
“Enseñar no es una función
vital, porque no tienen el fin en sí misma; la función vital es aprender”.
Aristóteles.
Todo
ocurre en el momento y en el lugar preciso, todo obedece a la manera en la cual
fluyen o se estancan las cosas en nuestra vida, y
no existe nada que realmente no podamos superar, solo debemos tener la certeza
de que podemos y tenemos la capacidad de seguir adelante.
La
sabiduría radica en el poder identificar lo que está ocurriendo en nuestra
propia vida y en la situación que se nos está repitiendo,
bien sea un hecho o una persona, los sentimientos nos ayudarán a descifrar
aquello que no hemos entendido, consta de ser honestos con nosotros mismos,
pues dependerá de la apertura que tengamos frente a lo que vivimos, que
podremos develar lo que ocurre tras esa experiencia.
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